Durante el tratamiento materno con clorpromazina, algunos lactantes presentan somnolencia, aunque esto no parece afectar al desarrollo del bebé, a menos que se utilice en combinación con otros medicamentos, especialmente haloperidol.

Si se considera necesario utilizar clorpromazina, debe vigilarse estrechamente la evolución del lactante, de un modo particular cuando se utilizan simultáneamente otros fármacos.

En general, no parecen presentarse síntomas en el lactante atribuibles al medicamento. No existe paralelismo entre las dosis maternas y los niveles alcanzados en la leche o en el niño. Algunos bebés parecen dormir mas de lo habitual, aunque se conocen algunos casos de somnolencia e incluso de letargia, que obligan a suspender la exposición al medicamento.

En un estudio longitudinal sobre cuatro niños cuyas madres recibían clorpromazina, se encontró una disminución de los indicadores del desarrollo psicomotor en dos de ellos cuyas madres tomaban también haloperidol. En contraste, los otros dos bebés, no expuestos a otros antipsicóticos, se desarrollaron con normalidad.

La clorpromazina puede producir galactorrea, habiendo sido usada para estimular la producción de leche, aunque actualmente se prefiere otro tipo de fármacos para esta finalidad.

La clorpromazina se excreta en la leche materna. Debido a los efectos adversos graves que puede producir en el lactante, el médico debe valorar sustituir la lactancia materna por lactancia artificial o la interrupción del tratamiento con clorpromazina.