Es una infección producida por una bacteria, el estreptococo, cuando este germen elabora una toxina (la llamada toxina eritrogénica) y el cuerpo del paciente carece de los anticuerpos necesarios para neutralizarla. En los casos leves o moderados, se podría decir que la escarlatina consiste en unas anginas acompañadas de erupción.

Esa toxina da lugar a una erupción o exantema característico que da nombre a la enfermedad. En general, la escarlatina no se diferencia de otras infecciones producidas por el estreptococo mas que por la erupción que le acompaña.

No todas las personas que sufren una infección por estreptococo padecen la escarlatina, ya que muchos microbios de este tipo no pueden elaborar la toxina eritrógena y en muchas ocasiones, aunque la bacteria fabrique la toxina, el organismo se defiende con sus anticuerpos frente a ella.

Se trata de una enfermedad típicamente infantil, ya que a edades mayores, los pacientes suelen haber tenido contacto con estreptococos productores de toxina eritrógena y han creado anticuerpos frente a ella. Los adultos no solo han creado defensas contra la toxina, sino que también son mas resistentes a la infección estreptocócica que los niños.

Como otras infecciones ocasionadas por el estreptococo, la bacteria se adquiere de una persona enferma principalmente por vía respiratoria, al inhalar las gotitas expulsadas con el aliento o la tos por un paciente que sufre la misma infección o una persona que, estando sana, tiene estreptococos en su nariz o garganta (portador sano). En algunas ocasiones la bacteria es un estafilococo, pero esto no cambia lo esencial.

En otras ocasiones, el estreptococo se adquiere a través de la piel o por medio de los alimentos o el agua de bebida. Son posibles los casos de escarlatina adquirida por infección de una herida.

En el caso mas habitual, la escarlatina se adquiere por vía respiratoria, dando lugar a una invasión de la garganta por el estreptococo, desde donde se produce un paso de bacterias a la sangre del paciente, originando los síntomas generales y las complicaciones. En las heridas infectadas también se produce el paso a la sangre de los estreptococo, comportándose de modo similar a la infección adquirida por vía respiratoria.

La erupción de la piel está constituida por manchas redondeadas de color rojo como puntos con un tamaño de 1-2 milímetros de diámetro, que pueden unirse a las mas próximas dando un aspecto de quemadura solar, con bordes que recuerdan los de un mapa( bordes geográficos). Estas manchas son palpables, ya que sobresalen ligeramente de la superficie y en ocasiones se palpan mejor de lo que se ven, pudiendo dar una sensación de aspereza en la piel.

El exantema o erupción se inicia por los pliegues de flexión del codo, ingle y cuello, extendiéndose por el cuerpo, que se invade con rapidez, excepto la cara, que aparece pálida aunque las mejillas y la frente pueden estar ruborizadas.

El diagnóstico se basa en el aspecto y síntomas del paciente de un lado y la identificación del microoorganismo responsable.

La escarlatina debe diferenciarse de las restantes enfermedades eruptivas, incluyendo la mononucleosis infecciosa, una enfermedad que, al contrario que aquella, no solo no es susceptible de curación por los antibióticos, sino que incluso pueden resultar contraproducentes.

A lo largo del tiempo, la enfermedad ha mostrado una virulencia variable. Afortunadamente, el último medio siglo la escarlatina se ha presentado por lo general como una enfermedad leve, comparable a otras enfermedades exantemáticas infantiles. Sin embargo, durante el siglo XIX, la escarlatina se presentaba con una virulencia mucho mayor, con una mortalidad próxima al 30% de los casos. Esta es una cifra que nos puede parecer muy exagerada y tal vez incluía fallecimientos producidos por otras causas.

Actulmente, puede decirse que si se dejara a su propia evolución, muchos casos de escarlatina tienen potencial de curación por si misma en el plazo de 7-9 días. No obstante no es en absoluto recomendable tomar una actitud expectante ante la enfermedad, ya que la instauración precoz del tratamiento suele reducir los síntomas a un periodo que no supera las 48 horas.

Afortunadamente, esta enfermedad responde bien al tratamiento antibiótico con penicilinas, a la que son vulnerables la inmensa mayoría de los estreptococos.

Un tratamiento precoz, suficiente y lo bastante prolongado, no solo cura la infección sino que reduce muy considerablemente el riesgo de complicaciones locales y generales, asi como las complicaciones tardías (fiebre reumática y nefritis posestreptocócica).